¿La sociedad tamaulipeca es rehén del enfrentamiento político?

22 noviembre, 2019

El gobierno federal obradorista  y el gobierno estatal cabecista,  muestran abiertamente sus profundas diferencias, sobre la estrategia  de seguridad pública y la forma para acabar con éste flagelo.

Este capítulo que vive nuestro estado es sumamente grave, pues  si en términos de metodología elemental, estas dos instancias del poder público, no logran ponerse de acuerdo, entonces, la que va a salir perdiendo es la sociedad tamaulipeca.

Por  lo que se observa, nadie  se atreve  a admitir su responsabilidad. Y  es que, mientras para el gobernador CV, “para restablecer el orden, la paz y el estado de derecho, se tienen que usar todos los instrumentos que tenga a su alcance el Estado mexicano”, para  el Presidente AMLO, la salida contra el tema de inseguridad, reside en prescindir de la violencia para atacar la violencia.

Ayer,  a los inquietantes problemas   escenificados en municipios como Nuevo Laredo y Reynosa, se  agregaron algunas acciones de esta misma naturaleza, en la capital del estado.

Aunados al  desencuentro entre  el gobierno panista y el obradorista, por  temas de carácter presupuestal,  se acaba de prender una nueva  polémica que alcanzó  las primeras planas de la prensa nacional, después de que el mandatario  estatal Cabeza  de Vaca declaró que, en Tamaulipas  los grupos delincuenciales ejercen el narcoterrorismo, y  la respuesta  de la Secretaria de  Gobernación, Olga Sánchez Cordero, fue en sentido opuesto.

La ministra de política interior externó que no comparte dicha postura, pero la respeta. Agregó OSC, que, este asunto no es algo político,sino de seguridad pública, dando a  entender que la administración tamaulipeca, estaría buscando politizarlo.

Horas antes el mismo Presidente  López  Obrador había reiterado su posición, que ya ha planteado en ocasiones  anteriores, en el sentido de que la violencia, no se combate con violencia.

AMLO  señaló que, “enfrentar la violencia con la violencia, es una estrategia que ya demostró que no funciona, y que fue un fracaso que produjo tristeza y dolor”.

“Aunque haya nostalgia por volver a ella, dijo, no se va a aplicar, y vamos a acreditar que se puede lograr  la paz y la tranquilidad, si hay justicia y bienestar”.

Ante todo esto, nos parece que la política debe recuperar su  supremacía, como  emperatriz  de todo conflicto, donde se ponga en riesgo  la seguridad de  la población civil.

En nuestra calidad de analistas tamaulipecos, creemos que  ha llegado el momento de  que las diversas instancias del poder público, asuman la responsabilidad que les corresponde, como salvaguardas de los intereses más elementales  de las familias tamaulipecas y del país.

Durante  la pasada visita del Presidente a Tamaulipas, cuando abordó el tema  de la inseguridad, lanzó  dos expresiones que después se hicieron virales en toda la república: ¡fúchila!  Y ¡Guacala!

Hoy, desde la mañanera, en la ciudad de México, AMLO vuelve  a insistir en su postura de que, no habrá una respuesta violenta a los quebrantamientos del orden y discrepa abiertamente sobre las palabras utilizadas por  el gobernador CV, en el sentido de que hay “narcoterrorismo”, éste último un concepto frecuentemente utilizado por el Presidente  de Estados Unidos, Donald Trump, pero hasta ahora ausente en los escenarios de la política interior.

Para algunos expertos en el tema, si el gobierno norteaméricano detectara  en México, señales de narcoterrorismo, podría  recurrir a  las acciones contempladas en su Ley contra el Terrorismo, promulgada por el Presidente  demócrata Bill Clintón, el 24 de abril de 1996, la cual faculta a nuestro poderoso vecino del sur, para intervenir en cualquier país, donde exista este tipo de  fenómeno, considerado  como una fuerte amenaza a su propia seguridad interior.

En la Sección  221 de dicha Ley, se establece que: “El Presidente debe recurrir  a todos los medios necesarios, incluidas las actividades encubiertas y las fuerza militar para obstaculizar,  desmantelar y destruir la infraestructura internacional, utilizada por los terroristas internacionales, incluidos refugios y las instalaciones  de entrenamiento de terroristas en el extranjero”.

Lo que ocurre en Tamaulipas, desde luego que no está desligado  de los recientes acontecimientos  de Culiacán donde fuerzas delincuenciales impidieron la captura  del hijo del Chapo. Ni tampoco  está al margen de lo ocurrido con la masacre de la familia  Le Barón, ambos conflictos por cierto, ocurridos,  en el norte de la república.

En el centro de todo esto, se habla de que, los grandes empresarios  productores de armamento en  Estados Unidos están resintiendo perdidas en el negocio, después de que, ha disminuido  la actividad bélica de su país, en regiones  conflictivas como Oriente Medio.

Este periodo de presuntos números rojos en la industria bélica del país vecino, mismo que sustenta su economía en armas y petroleo, estaría  motivando a que, por diversos medios, se busque reactivar  la violencia  en México.

Atendiendo a todos estos factores, de orden nacional e internacional, volvemos a formular la pregunta: ¿Quién tiene  la razón en este diferendo entre el gobierno tamaulipeco, y la 4T  obradorista?

En nuestro carácter de tamaulipecos nacidos en esta región, sabemos que  ya vamos para más de diez años, sometidos al problema de la inseguridad. Ni Calderón, ni Peña Nieto, tomaron en cuenta nuestros clamores.

AMLO nos dice que se resolverá  por la vía de la justicia social. Pero…me parece que estamos hablando de una estrategia de largo plazo.

¿Y mientras tanto? ¿Estará condenado  Tamaulipas a seguir siendo rehén del enfrentamiento político, entre grupos y partidos, con intereses opuestos?