Usando a veces artilugios legaloides y en otras, con groseras intromisiones que vulneran la autonomía política, el Gobernador del Estado desplaza a autoridades municipales legalmente constituidas, para hacerse del manejo de las ciudades, con fines inconfesables.
Los más recientes casos ocurridos afectan a Matamoros y Ciudad Victoria.
El Gobernador Francisco García Cabeza de Vaca emitió un decreto mediante el cual se asume como directamente responsable, del manejo de la policía municipal de Matamoros.
El siguiente es el texto oficial del documento:
ARTÍCULO 1. A fin de restaurar el orden público en el Municipio de Matamoros, el Gobernador Constitucional asume de manera inmediata y temporal el mando de la policía municipal en la Heroica Matamoros. A partir de que entre vigor el presente decreto, la Secretaría de Seguridad Pública Municipal quedará bajo el mando del servidor público que determine el Secretario de Seguridad Pública del Estado.
ARTÍCULO 2. Se instruye a las Secretarías General de Gobierno, Seguridad Pública, Contraloría Gubernamental y al Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública del Estado, para que dentro de sus respectivas competencias se coordinen las acciones, evaluaciones y determinen las responsabilidades correspondientes a la situación de fuerza mayor y afectación grave del orden público que motiva el presente Decreto.
ARTÍCULO 3. La asunción del mando policial municipal tendrá la vigencia de un año calendario a partir de su fecha de entrada en vigor. La misma puede ser derogada en cualquier momento si el Gobernador del Estado juzga subsanadas las circunstancias que lo motivaron.
ARTÍCULO 4. Se previene de la manera más atenta al Ayuntamiento del Municipio de Matamoros, para que desde su respectiva competencia, coadyuve y preste todos los auxilios para el cumplimiento del presente Decreto.
Sin embargo, el decreto contiene irregularidades que abogados especializados echarían abajo con la mano en la cintura, pero el presidente municipal afectado, Mario Alberto López Hernández, es un hombre institucional y declinó entrar en controversias.
Salta a la vista que se trata de una maniobra urdida en el palacio de gobierno de Ciudad Victoria inspirada en motivos políticos dado que La Borrega, como le dicen sus amigos al presidente municipal de Matamoros, pertenece a MORENA.
El decreto no es sino un instrumento de represión política porque ni siquiera se necesitaba, pues no existe en Matamoros y en ninguna otra ciudad tamaulipeca, la policía municipal.
Los servicios de vigilancia y prevención de delitos están en manos de policías estatales, GOPES, cuyo jefe supremo es Cabeza de Vaca. Además, está vigente un mando único sobre las corporaciones de seguridad pública, de carácter estatal, con residencia en Ciudad Victoria.
Dice el texto del decreto como auto-justificación, que el martes 8 y miércoles 9 de septiembre, ocurrieron bloqueos de calles y otras alteraciones graves del orden público y la tranquilidad social, sin que las autoridades locales intervinieran para impedirlas.
Ni la burla perdonan Cabeza y sus paniaguados, pues los pocos agentes de tránsito que están autorizados para trabajar en Matamoros, no tienen atribuciones ni capacitación, para sofocar este tipo de situaciones.
Los GOPES son los que debieron actuar para meter al orden a los taxis piratas y otros vándalos, que se atrevieron a desafiar el orden público. Pero los policías estatales se mantuvieron distantes, expectantes, guardaditos, porque esas eran las instrucciones que tenían.
El decreto de Cabeza despoja al gobierno de Matamoros del manejo de la delegación de tránsito (no existe la policía municipal) y ayer mismo, los enviados del Gobernador tomaron por asalto las oficinas de la dependencia, las patrullas y el equipamiento.
Anunciaron una depuración de agentes, para poner a su propia gente, llevada desde Ciudad Victoria, para que haga las funciones de vigilancia vial. Y otras cositas.
Estamos frente a una descarada vulneración de la autonomía municipal, pero el maestro Mario Alberto López Hernández no va a confrontarse con la autoridad estatal y acepta el intervencionismo.
Después de todo, Cabeza de Vaca recibe y maneja a su arbitrio los fondos federales de dos programas de apoyo a la policía preventiva, el FORTASEG y el SUBSEMUN, sin que se sepa cómo los distribuye, dónde los ejerce.
En el caso de Ciudad Victoria, no había siquiera necesidad de montar un entramado para justificar el desplazamiento del presidente municipal Xicoténcatl González Uresti pues pertenece al PAN y es ciego obediente al dictado gubernamental.
Pero se tomaron la molestia de extenderle nombramiento a Teresa Aguilar Gutiérrez como directora de análisis y estrategia, con la instrucción de que asuma la rectoría del gobierno victorense.
Xicoténcatl es una total decepción política, pues además de que es ineficiente, es corrupto, según se ha documentado públicamente con el uso de facturas falsas, y tiene en marcha dos averiguaciones penales en su contra.
Teresa ocupaba un cargo de medio pelo en el gobierno del Estado y la sacaron de esa zona de confort, para enviarla a rescatar lo que se pueda, del desastre en que está convertido el gobierno victorense, y la propia ciudad.
La respetable dama no es propiamente un dechado de virtudes ni un estuche de monerías, y alguien sacó ayer a relucir un detalle de su función como presidenta municipal interina de Ciudad Victoria.
Ya había concluido Teresa su gestión edilicia de solo unos meses, pero quince días después, en enero de 1996, cobró un cheque expedido por la tesorería municipal, de una cuenta bancaria transferida al nuevo Ayuntamiento que encabezaba el contador Pascual Ruiz García.
El error de la dama consistió en que cobró un documento extemporáneo, pues indujo a hacer creer que cometía un fraude bancario. Se hizo un escándalo mediático, se aclaró pero la quemada no se borra.
Como nueva funcionaria victorense, la señora Aguilar Gutiérrez niega que vaya a usurpar las atribuciones del presidente municipal, de quien apenas unas horas antes se anunciaba su retiro del cargo y hasta la sustitución de su Gabinete en pleno.
Cabeza de Vaca retomó el manejo del Ayuntamiento de la ciudad capital, que se le salió de control, al grado de que siendo Ciudad Victoria su casa por estar allí asentados los tres poderes, permitió que Xico la convirtiera en un muladar, un caos, un desastre.
El Congreso local, de mayoría panista, no dice ni pío frente a la violación de la autonomía municipal, al contrario, aplaude frenéticamente a Cabeza porque de él depende que los diputados de su corral vayan a la reelección… o a sus casas.