La magia de ser mamá

17 noviembre, 2020
La magia de ser mamá

Cuando era joven y soñaba con ser mamá, todo me parecía fácil, no alcanzaba siquiera a imaginar, cómo sería la transformación de mi vida, a raíz de tener en brazos a mis hijos. Realmente creo que ese fue el momento en que empecé a vivir plenamente. No recuerdo momento más feliz, que cuando por primera vez me llamaron mamá, o cuando sus manitas acariciaban mi rostro, pero tampoco un dolor más grande, que cuando los vi enfermos y no lograba calmar sus malestares. 

Ese instinto maternal lo sentía desde niña, cuando jugaba con mis muñecas y tiempo después, cuando de tarde en tarde, me hacía responsable del cuidado de mis hermanos más pequeños. Había algo en mí que nacía desde dentro, por eso agradezco infinitamente a Dios que me diera la dicha de ser madre. Estoy convencida que ha sido lo mejor que ha sucedido en mi vida. 

Si bien es cierto, pude disfrutar mis años de soltera, como fue mi sueño. Estudié una carrera que me llenó de grandes satisfacciones profesionales, donde desarrollé mis habilidades y conocimientos plenamente. Viajé y tuve la oportunidad de crecer, de aprovechar cuantas oportunidades se me presentaron. Exploré nuevos aprendizajes y acepté decidida muchos retos que me pusieron a prueba, pero al llegar mis hijos, me concentré de tiempo completo en acompañarlos en su crecimiento, lo demás pasó a segundo plano. 

Dicen que nadie nos enseña a ser padres y coincido con ello porque, en mi opinión, la paternidad trasciende al simple hecho de engendrar y parir un hijo, creo que tiene más relación con la responsabilidad y el sentimiento noble de desdoblarte en la formación de un nuevo ser, como tu mejor obra, como el mejor de tus proyectos. Concentrar todos tus esfuerzos cotidianos en hacer seres humanos plenos, independientes, capaces de valerse por sí mismos y enfrentarse a su propio destino con dignidad y fortaleza. 

Es algo voluntario, que se desea desde el corazón. Que lo hace a uno soñar y ser capaz de todo. Remontar el cansancio físico y superar los límites de tu propia naturaleza. Es algo irracional porque cuando se piensa y se analiza todo lo que conlleva, hay quienes se atemorizan y desisten ante tal hazaña. Es tan innato que no se piensa, se siente. Se vive. Se goza. 

Cada día y cada noche algo nuevo para almacenar en el alma; recuerdos que alimentarán más tarde la propia existencia. Voces y llantos, risas y gritos que llenarán los vacíos de una casa que poco a poco irá cerrando puertas y, abriendo ventanas que recogerán los suspiros provocados por la ausencia.  

He de confesar, que mis hijos nunca representaron un obstáculo para hacer las tareas que me permitieron seguir realizando mis objetivos. Llegado el tiempo, empecé a planear lo necesario para poder darles la posibilidad de estudiar en la universidad que ellos eligieran, la carrera que más les gustara y con la que identificaran su vocación, y que, al mismo tiempo, me permitiera concretar una de mis más grandes aspiraciones profesionales: crear y editar una revista. 

Así, con el apoyo de mi esposo, surgió el periódico La Capital, expresión de Tamaulipas, hace 14 años; al inicio del proyecto, se imprimió quincenalmente y fue ahí donde vio la luz Mirada de Mujer, y años más tarde se editó en la web como www.lacapital.com.mx, misma que se mantiene hasta la fecha. Puedo decir que ser mamá, no me impidió realizarme como mujer, como profesionista, sino todo lo contrario, me motivó a superarme y seguir transformándome, al encontrar en ello, motivo, sentido y razón de mis esfuerzos. 

Hoy mis hijos continúan siendo mis promotores, caminan muy cercanos a su madre, cada uno en sus tareas, cada uno con sus ilusiones, cada uno con sus sueños. Estoy convencida que nadie me enseñó a ser madre, lo aprendí con ellos; sin lugar a dudas muchos errores cometí en su educación porque ni soy, ni quise hacer hijos perfectos. Hubiera sido muy desgastante.  

En cambio, me dediqué a disfrutar plenamente mi maternidad; visualicé a mis hijos como seres humanos en formación y crecimiento, capaces de trascender. Hoy al verlos hago propias las palabras de la nadadora preolímpica Elizabeth Stone, quien dijo: “tomar la decisión de tener un hijo es trascendental. Se trata de decidir que tu corazón caminará siempre fuera de tu cuerpo”. 

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