Matamoros, se levantó como el granero de votos más consistente y ancho en Tamaulipas para MORENA y su candidato. El PAN y su abanderado, lograron 53 mil sufragios en tanto el partido guinda y su candidato, sumaron 96 mil sufragios.
Un vistazo aritmético simple: 43 mil votos de diferencia para el lopezobradorismo en un municipio que cada día lo abraza con más afecto y más consistencia.
¿Qué condicionó ese saldo político-electoral?
Enumeremos los factores más relevantes –las minucias, quedan aparte–:
1.- El liderazgo en la ciudad del alcalde, Mario la Borrega López. Desde el triunfo de Américo Villarreal Anaya en la contienda interna, se puso al frente de las estrategias para sacar adelante la postulación del médico victorense: no mostró egoísmo ni mezquindades, al momento de sumarse al proyecto morenista.
Como todo alcalde lopezobradrista, recibió presiones de la administración estatal: amago a los policías y tránsitos locales; calambres con auditorías exhaustivas: revisaron el uso del presupuesto hasta el último centavo; amenazas de llevarlo ante el juez, por asuntos diversos y otras engañifas menos estremecedoras.
No le sacó leños al tercio.
Conciliador y cauto, caminó sobre esas procelosas veredas sin espinarse.
2.- Un panismo matamorense en declinación. El regreso de Letty Salazar, a medio gas, toda vez que las ofensas a su socio Luis Biasi, nunca han sanado; no fueron lo suficientemente racionalizadas, como para mostrar su liderazgo con potencia: más bien, se visualizó como un pasivo para el candidato azul y no un soporte para su proyecto. Los disminuidos García, desde hace años que sus correligionarios no los tragan por su proclividad a los recursos fáciles y al lucro desmedido de su cercanía con el Ejecutivo estatal.
3.- Un PRI, que optó mayoritariamente por la candidatura de Villarreal Anaya. Con dos gobernadores –Manuel Cavazos Lerma y Tomas Yarrington– bajo sospecha uno y el otro con procesos en USA por delitos –crímenes, les dicen allá– de gravedad, dejaron huecos que no han podido llenar sus herederos. El sucesor de esos factores –Baltazar Hinojosa Ochoa–, decidió vivir de su retiro con un bajo perfil para no mover aguas que en cualquier momento pueden ahogarlo.
En concreto: el priismo de a pie quedó en la más negra de las orfandades; anda deambulando por las calles de Matamoros, como un ser sin voluntad y sin orientación. La magra cosecha de votos obtenida, es la imagen de una militancia que vive sus últimos días.
4.- El efecto AMLO, es real en Matamoros. Se puede hablar, que ya ha endurecido su voto: en el pasado proceso de revocación de mandato, obtuvo más de 80 mil votos; en este 5 de junio, MORENA –el Peje, Américo, la Borrega y sus aliados– se llevaron al bolsillo 96 mil papeletas a favor.
De otra forma: se puede anunciar un voto duro para MORENA en Matamoros, de al menos 90 mil unidades.
Nada mal, toda vez que con 70 mil sufragios se decide la elección por el Ayuntamiento.
Quizá, eso explique el porqué la Borrega en la fiesta e la celebración –en ciudad Victoria– estuvo tan cerca del candidato triunfador: Villarreal Anaya.
La Borrega: el activo más potente de MORENA en la frontera
