Esteban Ávila Roque, un héroe riobravense

30 noviembre, 2022
Esteban Ávila Roque, un héroe riobravense

Esteban Ávila Roque, fue mi primer contacto -como miles de jóvenes riobravenses- con la Literatura. Erudito como pocos docentes, nos hizo descubrir tanto los clásicos griegos, como los trabajos más relevantes de los escritores que años después conformarían un fenómeno trascendente en las letras universales: el boom Latinoamericano.
Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, y sus obras, fueron puestas en nuestros pupitres por el profesor Esteban. Enriquecía así, las lecturas que él enseñaba de rigor, como parte trascendente de la producción de consagrados literatos mexicanos: Juan Rulfo, Mariano Azuela y Fuentes, entre otros de menores perfiles, pero de similares estaturas culturales.
Siempre fue un maestro, responsable, dedicado.
En cinco años que lo disfruté como docente –tres años de secundaria y dos de preparatoria– no recuerdo haberlo visto ausentarse un solo día de su labor áulica.
Frente al grupo, era una persona circunspecta. Verbo sereno, que parecía flotar sobre nuestras cabezas –parecían nubes hinchadas de imaginación en su clase–, describía a los personajes centrales de la novela, lo que hacían en sus universos de ficción; y sobre todo: nos interpretaba lo que los autores, intentaban transmitir al lector con su tarea escritural.
Lo escuché, decirnos:
–No hay texto sin contexto.
Tarde años, en descifrar ese compacto arcano: la literatura es el autor, su mundo y su lector; y en ese cosmos, están en eterno movimiento, las intenciones, los anhelos, las ideologías, las aspiraciones del literato y las sociedades en la que vive y ha vivido.
Ávila Roque, tuvo una formación envidiable como profesor. Estudió en la Normal Nacional de la ciudad de México. Nacido en una comunidad de Valle Hermoso, Tamaulipas y con la influencia de un grupo de maestros de esa potente institución, muy joven se convirtió en dirigente estudiantil.
La efervescencia ideológica de la Revolución Cubana, y el imperialismo norteamericano lo llevaron a incorporarse a las Juventudes Comunistas de México (JCM) y luego ingresar al Partido Comunista Mexicano (PCM).
Recién egresado de la Normal, se marchó a Loreto, Baja California, –a finales de los años 60–, a iniciarse en el trabajo magisterial. Algunos años después, regresaría a Río Bravo, para sumarse a la planta docente de la Secundaria Alfredo del Mazo.
Le perdí la huella, cuando me fui a Monterrey a estudiar en la universidad.
A mi regreso, lo reencontré, en las reuniones del PCM.
Él había fundado una preparatoria, para dar oportunidad a los trabajadores de retomar sus estudios. Me invitó a dar clases en esa escuela –sería un referente en la historia de la educación en el pueblo– de Matemáticas y Álgebra; me di cuenta de algo sorprendente para mí: casi todos los profesores, eran militantes del PCM: Severiano Ponce, Alíber López López, Elpidio Tovar, Emilio Uk Uicab, Fausto Hernández López, Horacio Tovar Cano, Ricario Aguilar, Pedro Valdéz, Raúl Arellano Díaz, Porfirio Flores Vela y otros.
El horario de clases, era de 5 de la tarde a 11 de la noche, para dar oportunidad a los educandos, cumplir con su horario de 8 horas de trabajo y luego asistir a recibir su instrucción preparatoria.
Ese noble proyecto educativo, en grande parte fue obra de Ávila Roque.
Muchos riobravenses, estamos agradecidos con él y con sus enseñanzas.
Su impronta, está en la delineación de riobravenses, que tomaron el camino de la letra. Medardo Treviño, Ze Luis, Toño Huerta, Roberto Córdoba Cerda y otros, son lo que son, porque fueron dotados de herramientas cognitivas proporcionadas por Ávila Roque.
Vale la pena, recordar a quienes fueron nuestros héroes.
Lo abrazo en su cumpleaños.