El reinado de los Cantú Rosas

26 diciembre, 2023

Nuevo Laredo, Tamaulipas, iniciará el 2024, con la nueva hegemonía política: el grupo comandado, por los Cantú Rosas. De alguna manera, son la continuidad de aquella fuerza que inició la declinación del poderosísimo bando obrero capitaneado por Pedro Pérez Ibarra (PPI): el canturosismo (encabezado por el patriarca, Carlos Enrique Cantú Rosas (CECR) en los años 70 con el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) como ariete.
CECR, no aniquilaría al dirigente sindical en esa histórica época.
Sí lo exhibiría como una fuerza viable a derrotar en el escenario local: llegó a la alcaldía contra los designios de PPI en 1975.
Con el arribo del neoliberalismo en 1988 al Ejecutivo federal -Carlos Salinas de Gortari-, la debacle de la CTM nuevolaredense y de su principal comandante (PPI), llegó devastadoramente.
Pérez Ibarra, se vio en la necesidad de exiliarse en Laredo, Texas. Vivió exiliado por años, soñando con un retorno que nunca llegó.
El otoño de don Pedro -1992-, fue tan amargo como todo personaje que deja su país para sufrir con el recuerdo de su pasado glorioso y de poder incuestionable.
Esos años de expulsión del líder de la CTM, permitieron a otras fuerzas políticas manifestarse y crecer en la ciudad. Los Deándar, -representados por la editora Ninfa Deándar Martínez- potenciaron su presencia con el diario El Mañana, que se transformó en su principal herramienta de presión.
Los errores de los Deándar, fue apostar todo a la fuerza de su diario y al intercambio de capital y no de posiciones políticas, a cambio de su poderío mediático.
Es decir: se inclinaron por los negocios y no por la política.
Tarde, muy tarde, optaron por apostar por la política.
Sus más grandes éxitos políticos, fueron apostar por CECR, en sus memorables batallas políticas y electorales contra Pérez Ibarra y años más tarde, apuntalar a Carlos Cantú Rosas -hijo de la leyenda- contra Francisco García Cabeza de Vaca; y finalmente: apostar por AMLO en varios de sus intentos por la presidencia de la república.
En buena parte, mucha de la potencia de Cantú Rosas -hijo- se debe al impulso político y mediático de los Deándar.
Los éxitos de los Cantú Rosas, fue ensanchar el liderazgo heredado del Chale boy. Se enredaron en la bandera del anti priismo -como su padre- y galvanizaron su presencia -en el PAN y en MORENA- y su carisma en la sociedad nuevolaredense.
Con el paso del tiempo, los Cantú Rosas, se empoderaron tanto en la ciudad, que hicieron a un lado a los Deándar; empezaban a ser un fardo, para sus futuros proyectos. De igual forma, se distanciaron de Enrique Rivas Cuéllar -quien hiciera alcalde de NL, Carlos Cantú Rosas-, ante la ruptura obligada por el gobernador Cabeza De Vaca.
Rivas Cuéllar -hijo de otra leyenda: Enrique Rivas Ornelas, bazo derecho de Carlos Enrique Cantú Rosas en los años 70 en el PARM-, sin los Cantú Rosas como aliados, se achicó dejando el espacio a los hoy morenistas.
Actualmente, los Cantú Rosas, se mueven solos en el paisaje sociopolítico nuevolaredense. Ni los Deándar, ni los Rivas Cuéllar, les hacen sombra.
A pesar de que Ninfa Cantú Deándar -hija de la matriarca Ninfa-, está en una importante Secretaría del gabinete estatal del gobernador, Américo Villarreal Anaya, ha desaprovechado el cargo para emerger como un cuadro político relevante del clan que representa. Empresaria metida con calzador a la política, no atina qué hacer con la valiosa representación que le cayó del cielo.
Si sumamos a esa circunstancia, la auto-aniquilación de Rivas Cuéllar, que sigue en la órbita de Cabeza de Vaca y ha apostado sus últimas canicas a favor de Xóchitl Gálvez…
…los Cantú Rosas, seguirán reinando en Nuevo Laredo, por varios trienios más.