La mezquindad de los gobernadores victorenses

5 marzo, 2023
La mezquindad de los gobernadores victorenses

José Ángel Solorio Martínez

En el último medio siglo tamaulipeco, cinco gobernadores han sido oriundos de la capital del estado: Ciudad Victoria. Américo Villarreal Anaya, completará 30 años de administraciones estatales conducidas por ciudadanos victorenses. Ese largo lapso de gobierno, no ha impactado -hasta ahora- en mejorías de los niveles de bienestar de los ciudadanos.
La ciudad, es un fiasco: calles destrozadas, redes de agua y drenaje colapsadas, servicio de limpieza titubeante, alumbrado público errático.
En la relación histórica entre gobernadores y alcaldes victorenses, los jefes edilicios han operado como subordinados y cuasi empleados del Ejecutivo estatal; esa condición hace caer la responsabilidad del mejoramiento de las condiciones de vida de los capitalinos bajo las áreas de influencia del gobernador.
Es decir: el despliegue de esfuerzos de los alcaldes, nunca serán suficientes para cumplir a cabalidad con las demandas ciudadanas. El presupuesto austero -por eso tan pertinente y urgente el fondo de capitalidad- y la fuerza totalizadora del Ejecutivo estatal, han hecho de la ciudad capital, en términos reales un ente político-administrativo, imposibilitado para su crecimiento y su despegue socioeconómico.
Se infiere: los gobernadores, tienen la grande responsabilidad de promover el desarrollo y crecimiento de las ciudades que gobiernan. Y más: se supone, que un gobernador oriundo de Matamoros, -toda vez, que ahí tiene su ombligo y sus intereses-, apuntalará con todo a su ciudad; lo mismo se pensaría de un Ejecutivo estatal originario de Victoria.
Como se ven, las cosas, no ha sido así con los victorenses que han llegado al palacio del 15 Juárez.
Enrique Cárdenas González (1975-1981). Administró el estado, envuelto en el pernicioso slogan “que sólo los caminos queden sin sembrar”. Le tocó vivir, la transición del Tamaulipas rural al Tamaulipas urbano. Sus grandes obras, en la capital, fueron el Centro Cívico Gubernamental y la Torre de Cristal. Ambas construcciones, poco aportaron a la sociedad capitalina; el CCG, era una mole para eventos del PRI y la Torre, alojó algunas oficinas de la burocracia.
Américo Villarreal Guerra (1987-1993). Fue el gobernador que más ha aportado a Victoria. Construyó el acueducto Presa Vicente Guerrero-Ciudad Victoria. Resolvió, como el aseguró, la demanda de agua potable por 30 años para la capital y algunos poblados periféricos.
Eugenio Hernández Flores (2005-2010). De profesión ingeniero que lo convirtieron en constructor y contratista, como gobernador no dejó de pensar como empresario de la construcción. Las emblemáticas obras de su sexenio, fueron una gigantesca águila de fierro y el Parque Bicentenario que aloja a diversas oficinas de gobierno. En suma: ninguna obra socialmente relevante. A pesar de vivir en la capital, nunca se preocupó por mejorar la infraestructura de la ciudad.
Egidio Torre Cantú (2011-2016). Este gobernador, ha sido de los más grises en la historia de Tamaulipas. Era constructor, como su antecesor Geño. Cuando mucho, invirtió en algunos Centros Culturales de baja calidad y de bajo impacto social. Ha sido el Ejecutivo estatal, que más ha soslayado a su ciudad.
Muy probablemente, porque ya tenía en mente residir en la elitista ciudad nuevoleonesa, San Pedro.
Américo Villarreal Anaya, al parecer trae la voluntad de apoyar al Ayuntamiento capitalino. Esperemos, por el bien de los victorenses que la IV T, de un vuelco al olvido y a la marginación que los cuatro sexenios -dirigidos por gobernadores capitalinos- en los últimos cincuenta años, han flagelado a Victoria.
Confiemos, que la mezquindad de aquellos abominables gobernadores, quede en el pasado…