Tampico y su deuda con los petroleros

21 agosto, 2022
Tampico y su deuda con los petroleros

Mucho le debe la comunidad del sur de Tamaulipas –y particularmente Tampico– al movimiento obrero, a sus trabajadores. No es explicable, la historia del puerto –como la de los otros municipios: Madero y Altamira– sin el conglomerado laboral que delineó en mucho la mentalidad y la riqueza social de la región.
En concreto: ese actor social, ha sido soslayado de los momentos más relevantes de su desarrollo, ya sea por clasismo, ya sea por discriminación, de las gestas más trascendentes de la memoria colectiva tampiqueña.
En abril próximo, Tampico, vivirá su bicentenario.
Poco abordado, poco recordado, ha sido el monumental legado para el movimiento proletariado internacional y para los trabajadores mexicanos, que hicieron los obreros petroleros porteños con la Huelga de la Compañía Petrolera El Águila (1924).
¿Por qué fue tan trascendente ese movimiento?
1.- Es el inicio del sindicalismo industrial en el país. Los petroleros de El Águila, fueron los primeros trabajadores que se asumieron como Sindicato ante la empresa, logrando ser reconocidos como tal. Ese hecho, trastoca todas las formas tradicionales que privaron en la relación obrero-patrón: por primera vez en la historia, se sientan en la misma mesa a negociar de igual a igual, sindicato y empresa.
Y como nunca se había visto antes: logran la firma de un Contrato Colectivo de Trabajo; acontecimiento, que debe visualizarse con el evento más exitoso –para los obreros– de un desacuerdo entre las fuerzas productivas en México y en muchas leguas a la redonda.
2.- Significa el despliegue de las banderas de los trabajadores, en el sentido de ejercer su derecho a organizarse y a recurrir como instrumento de expresión y manifestación de la Huelga. Es decir: le imprime legalidad al paro de labores, como una medida más de la lucha económica de los trabajadores. Antes de la convulsión en El Águila, el Estado y los empresarios, se regodearon utilizando al ejército para ahogar en sangre todo movimiento huelguístico. (Basta recordar en 1919, cuando el presidente, Venustiano Carranza, utiliza las fuerzas armadas para reprimir –hubo muertos, heridos y encarcelados– la Huelga de la Pierce Oil Company, en el centro de Tampico).
Más claro: los petroleros de El Águila, construyeron el derecho de Huelga de todo sindicato legalmente constituido.
¿Habrá algo, más potente que esa herencia del trabajador tampiqueño?
3.- Luego de esa trepidante acción obrera, el Estado se ve en la obligación a reglamentar el Artículo 123 –sobre el trabajo– de la Constitución de la república. La Huelga de El Águila, representa la emergencia de un sindicalismo, que impactó para bien en la incorporación de derechos y libertades obreras: vacaciones, seguro médico, salario igual a trabajo igual –“sin importar nacionalidad ni sexo”- y la existencia de trabajadores de planta y transitorios.
4.- Tras el triunfo de la Huelga, todo cambió en el escenario nacional. El Sindicato de El Águila, se transformó en un entramado sindical –con delegaciones en Tamaulipas y Veracruz– regional como no había otro en el país –evidentemente: se debía también, al posicionamiento del petróleo como motor del desarrollo industrial del mundo–. Luego, pasaría de esa fase, a un estadio superior: sería un ente sindical operando una empresa nacional. (De ahí, se derivarían otros: ferrocarrileros, maestros, electricistas, etc.).
Los 200 años de Tampico, no deben –ni pueden– dejar pasar la inserción de los petroleros, en los días más gloriosos del desarrollo y crecimiento de la ciudad.
En las Huelgas de la Pierce y El Águila, centenares de comerciantes del puerto, externaron su solidaridad material –fondos económicos y alimentos– con los obreros en los sufridos días de paro laboral. La dirigencia de ambos movimientos, los consideraban parte de sus triunfos; Zenón Araujo -líder en 1919- y Serapio Venegas, –dirigente en el 1924–, siempre reconocieron esos actos de simpatía y respeto.
Ya es tiempo, de una Historia regional de amplio espectro social.
Ya es hora, de que nuestros gobernantes, vean la Historia como receptáculo de lo mejor de nuestros valores y un artefacto para delinear mejores identidades.